Dúrcal, en el corazón del Valle de Lecrín
Miércoles, 30 Marzo 2022
En Dúrcal, un día de lluvia y barro.
La verdad es que hoy hacía un día bastante feo para pasear pero a veces salen buenas fotos entre claro y claro de la llovizna, más aún cuando te encuentras en un sitio tan hermoso como es el Valle de Lecrín de Granada.
En la época nazarí está comarca fue una zona importante de producción de seda y que continuó durante mucho tiempo en época cristiana, aunque tras la sublevación de los moriscos esta zona sufrió fuertes enfrentamientos y gran destrucción de las plantaciones de morales. Durcal era de las de mayor producción con unas cien onzas al año. Lo normal, es que los morales no se concentraran en un lugar determinado sino que se repartían por toda la vega ocupando las lindes de las hazas junto a acequias o linderos de caminos y veredas. La industria y comercio de la seda producía grande beneficios debido a los altos impuestos en época nazarí. Aunque tras la llegada cristiana empezó a tener menos importancia siguió siendo rentable la producción de seda. Con el paso del tiempo, la excesiva carga impositiva sobre todo con la llegada de los Borbones al trono de España y la aparición de otros puntos de producción de seda, terminó por no ser rentable, lo que acabó con esta actividad en el siglo XIX.
La ermita de San Blas, en Dúrcal es para muchos el punto de reunión y partida para acercarse hasta los Baños de Urquizar, a tan solo tres kilómetros del templo.
La ermita de San Blas de Dúrcal se erigió a las afueras del pueblo, posiblemente entre finales del siglo XV y principios del XVI, tras la reconquista por parte de las tropas cristianas. Es poco probable que la ermita se construyera en plena dominación musulmana, aunque Doña Trinidad, la ermitaña, encontrara una cerámica que indicaba que la ermita se terminó en 1.448.
La edificación de las ermitas era impulsada y mantenida por la religiosidad popular. En la ermita de San Blas de Dúrcal, al igual que en tantas otras de la provincia de Granada, se dispuso un espacio para que pudiera vivir la persona encargada del mantenimiento del templo. El empleo de ermitaño se simultaneaba, algunas veces, con el de capellán o con el sostenimiento de otras ermitas. Así por ejemplo, el ermitaño Manuel López en 1778 llevaba, al mismo tiempo, el cuidado de la Ermita de San Blas de Dúrcal, con otras del Valle y el Temple.
La ermita consta de una única nave, con bóveda de medio cañón. Su cúpula es de media naranja y está coronada por un lucernario. El altar mayor está presidido por una imagen policromada de San Blas, patrón de Dúrcal. La ermita dispone también de un pequeño campanario rectangular incrustado en su fachada.
No existe constancia de los orígenes del patronazgo de San Blas en Dúrcal, aunque se atribuye a la devoción que Juan de Austria, en el siglo XV, profesaba por el Santo. Las epidemias de peste y el terremoto que asoló la zona en 1884, sumados a los hechos milagrosos que se le atribuyen a San Blas, a finales del siglo XIX, han contribuido a consolidar la devoción al santo patrón en Dúrcal
Los castillos menores o husun se construyeron en lugares elevados, alejados de las poblaciones rurales y cerca de los cursos fluviales. Estas fortificaciones del Valle de Lecrín estaban construidas, por lo general, aprovechando algún accidente geográfico y con materiales modestos como eran el tapial y la mampostería. Poseían además un amplio perímetro fortificado, en el que había una torre del homenaje, y un espacio sin construcciones denominado albacar.
El Hins de Dúrcal , se encuentra coronando un peñón, a 722 metros de altitud, y a tan solo 2 kilómetros al suroeste del pueblo de Dúrcal, justo encima de los Baños de Urquizar.
Queda muy poco de dicho castillo pero se intuye perfectamente su planta, en forma de polígono irregular, que ocupa la cima de una elevación sobre el río Dúrcal. La fortificación controlaba, desde el siglo XIII, el antiguo camino que unía Granada con la Alpujarra y la Costa, también las alquerías y atalayas cercanas.
El Castillejo de Dúrcal conserva pocos elementos, pero muy significativos. Lo más apreciable, a simple vista y desde la distancia, es un pequeño fragmento en forma de seta, que son los restos del torreón, y que se sitúa en la zona noreste del complejo . Se hizo una intervención con cemento que ha desvirtuado su construcción. El torreón está fabricado sobre un zócalo de mampostería sobre el que se alza un cuerpo de tapial, cubierto por una capa de enlucido. El aljibe se conserva en mejor estado que la torre.
No subí hasta el Peñón de los Moros porque lloviznaba, así que le tomé unas fotillos desde lejos.
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